Tomar
conciencia de que somos un ser querible, de que poseemos en nuestro
interior una riqueza que puede hacer de cada uno de nosotros una fuente
de dicha --para otros y para nuestra propia plenitud--, y destinar un
minuto del día a dar amor y enseñar esto a los demás, resulta el más
precioso ejercicio del espíritu.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
SUGERENCIAS Y COMENTARIOS